lunes, febrero 06, 2006

Chapter Twenty (Mandy)

[Yo] Bee, ¿quién era?
[Benji] Pixie, que Marc se ha pillado un dedo.
[Yo] ¿Está bien?
[Benji] Sí, le han llevado al hospital y ya se lo han curado y vendado.
[Yo] Me alegro.
[Benji] Quería saber también si nos importa que se llevasen a Lu al parque de atracciones. Ya le he dicho que no, que me parecía bien.
[Yo] Ok. ¿No te ha dicho nada más?
[Benji] Que qué tal nos iba.
[Yo] ¿Ella ya sabía que venías?
[Benji] Sí, me animó a que lo hiciera.
Estuvimos un rato sin decir nada.
[Benji] ¿Qué vas a hacer?
[Yo] Llamar a Matthew para que me dé el teléfono de los encargados del proyecto, llamarles a ellos y rechazar el puesto.
[Benji] ¿Estás segura?
[Yo] No, pero no puedo hacer otra cosa, ¿o no?
[Benji] Como tú veas. Oye, nena ¿estás bien?
[Yo] Sí, sólo que tengo un poco de frío.
[Benji] ¿Nos volvemos al hotel?
[Yo] No, es igual. Ya me aguanto un poco.
[Benji] Pero estas tonta. Que no. Que nos vamos. Venga.
No hubo forma de convencerle, al final acabamos llendo al hotel. Una vez estabamos allí, estuvimos un rato en la habitación hablando. Luego bajamos a cenar, aunque yo no tenía ganas, pero me convenció para que lo hiciese. Cuando acabamos de cenar llamé a Matt para lo del trabajo. Estuvimos hablando un rato, el intentaba convencerme de que no lo dejase, pero una vez se dio cuenta de que no iba a hacerme cambiar de opinión me sugirió algunas ideas para que se lo dijise.
Llamé a los encargados, no nos conociamos. Me resultó extraño, llevaba trabajando mucho tiempo en aquella empresa y no conocer a parte de la plantilla era atípico. Después de hablarlo un rato entendieron mi posición y me concedieron la antigua plaza que tenía, aunque tampoco estaba segura de querer seguir haciendo eso. Ya tomaría una decisión cuando estuviese en Nueva York. Aún me quedaban dos días para estat con Benji en Italia.
Las cosas cambiaron bastante después de hacer las llamadas. Me tranquilice y estaba, casi, hasta más feliz. Estabamos casi todo el día viendo cosas por Roma. Todo era como fue en un principio, haciendo el tonto por todos los sitios y sin preocuparnos por los demás que había cerca. Por las tardes, después de comer, llamabamos a Diana o a Joel, para ver que tal les iba. Hasta el momento todo iba bien.
Los días pasaron rápidamente. Sin que nos hubieramos dado cuenta ya estabamos de vuelta a casa, de vuelta a Nueva York, y cuando llegásemos en el aeropuerto iban a estar Joel, Diana y los niños esperandonos para ir a dar una vuelta todos juntos.
Ya llegabamos tarde, el avión se había retrasado un poco al pasar por las turbulencias. La llegada estaba prevista para el sábado a las 11:30 A.M. ya eran las 10:40 A.M. y aún quedaba más de una hora de trayecto.