viernes, julio 14, 2006

Chapter Fifty (Pixie)

Salí al escenario como que subía las escaleras de mi casa.
Para mí, entre el público solo estaba mi familia y todos los que había amado a lo largo de mi vida. No tenía nada preparado así que improvisé:
[Diana] Tal vez nadie que esté aquí se ha dado cuenta hasta que punto llega a amar ciertas personas –dije con los ojos nublados por las lágrimas– así que todavía os queda tiempo para hacerlo. No perdáis la oportunidad porque hay personas que realmente valen la pena. Para mí, en estos últimos años, han sido mi hermana, mi cuñado, mi marido y mis hijos. Así que os pregunto: con estos ángeles que tenemos en la tierra, ¿no es normal que graben esas canciones a las que habéis premiado? –Hubo aplausos, casi todos los presentes sabían de mi enfermedad– Gracias de su parte y de la mía, a todos los que les habéis apoyado. Muchos besos. ¡Os quiero!

Cuando bajé el escenario, sentí que sería la última vez que subiría a uno.
Esa noche, Joel y yo hicimos el amor como si fuera la primera vez que nuestros cuerpos se unían en uno. Buscábamos el cuerpo del otro con avidez. Ambos sabíamos que esa era nuestra última noche, mi última noche y que era para él. Estuvimos despiertos hasta el amanecer.
Al cerrar los ojos, le hice prometer que no me olvidaría nunca y antes de que me pudiera reprochar que no dijese bobadas, cerré los ojos y me dormí. Pero esta vez, fue distinto; esta vez no desperté del dulce sueño porque mis ojos se habían cerrado para siempre.

A la mañana siguiente, Joel fue a tatuarse mi nombre en el corazón: pensaba que si lo hacía, su corazón se cosería como lo hacen las heridas cuando son muy grandes y no sirve con unas tiritas.
Lo que él no supo es que desde entonces, yo vivo en su corazón y que de vez en cuando, él siente que yo estoy ahí dentro.