Chapter Forty eight (Pixie)
Cuando me lo comunicaron, el cáncer estaba ya muy extendido y no tenía solución. Le dije a Joel que para lo que me quedaba d vida no pensaba estar metida en una sala y darme quimioterapia para aguantar un día más. Con mucha pena, él me dio la razón.
Esa noche estuvimos llorando hasta que nos quedamos sin lágrimas y esa mañana él fue el que se encargó de comunicárselo a nuestros hijos. La reacción de Marc e Ian fuero la de abrazarme, me decían que no les podía faltar cuando sólo tenían diecisiete añitos. Mi hija Aliena tenía doce pero supo la gravedad del asunto y siempre estuvo ahí para ayudarme durante todo el día.
La tata y mi cuñado se quedaron mudos y no supieron que decir. Para entonces yo estaba más delgada pero mi aspecto nunca había sido mejor, parecía como si tener tan cerca de la muerte te proporcionase un encanto que ninguna otra situación podía darte. Duara estaba siempre a mi lado, incluso se pidió vacaciones para acompañarme. Realmente no fue uno de los peores días de mi vida, porque no pensaba mucho en las cosas e intentaba disfrutar a tope, esos días conocí más a mi tata que en toda mi vida. Me daba cuenta que ella era la que siempre había estado ayudándome, pasase lo que pasase y quizá la que más me había querido.
Supongo que no me ponía nerviosa ante mi idea de morir; tenía cuarenta y un años y había hecho casi todas las cosas que una puede pedir, y pensando en positivo, no vería a Joel envejecer, siempre le recordaría como el que fue. Sé que hay muchas cosas más negativas pero prefería no pensarlas.
Después de los primeros días, avisaron al grupo para ir a la entrega de unos premios muy conocidos y con mucho prestigio. En principio, dada la situación, los hermanos la rechazaron y nadie lo vio extraño. Pero yo me negaba a que no fueran, era importante y no estaba dispuesta a que se perdieran cosas por mi culpa así que acabé convenciéndoles. Bueno, tal vez me acabaron convenciendo a mí de que fuésemos todos. Accedí a ello, sabiendo que tal vez Joel quisiera una despedida para mí y no me estaba equivocando; Supe (porque él me lo dijo después de la entrega) que no quería despedirme con una despedida normal, ya que había sido la persona más importante de su vida, y siempre lo sería. No hacía más que repetirme que sin mí no podría vivir.
Llegó el día de la gala. Fuimos con todos los lujos existentes y nos llevaron en la misma limosina a Benji, Duara, sus hijos, Joel, mis hijos y yo. Hacía una tarde estupenda, era todo perfecto y había un ambiente muy animado.
Esa noche estuvimos llorando hasta que nos quedamos sin lágrimas y esa mañana él fue el que se encargó de comunicárselo a nuestros hijos. La reacción de Marc e Ian fuero la de abrazarme, me decían que no les podía faltar cuando sólo tenían diecisiete añitos. Mi hija Aliena tenía doce pero supo la gravedad del asunto y siempre estuvo ahí para ayudarme durante todo el día.
La tata y mi cuñado se quedaron mudos y no supieron que decir. Para entonces yo estaba más delgada pero mi aspecto nunca había sido mejor, parecía como si tener tan cerca de la muerte te proporcionase un encanto que ninguna otra situación podía darte. Duara estaba siempre a mi lado, incluso se pidió vacaciones para acompañarme. Realmente no fue uno de los peores días de mi vida, porque no pensaba mucho en las cosas e intentaba disfrutar a tope, esos días conocí más a mi tata que en toda mi vida. Me daba cuenta que ella era la que siempre había estado ayudándome, pasase lo que pasase y quizá la que más me había querido.
Supongo que no me ponía nerviosa ante mi idea de morir; tenía cuarenta y un años y había hecho casi todas las cosas que una puede pedir, y pensando en positivo, no vería a Joel envejecer, siempre le recordaría como el que fue. Sé que hay muchas cosas más negativas pero prefería no pensarlas.
Después de los primeros días, avisaron al grupo para ir a la entrega de unos premios muy conocidos y con mucho prestigio. En principio, dada la situación, los hermanos la rechazaron y nadie lo vio extraño. Pero yo me negaba a que no fueran, era importante y no estaba dispuesta a que se perdieran cosas por mi culpa así que acabé convenciéndoles. Bueno, tal vez me acabaron convenciendo a mí de que fuésemos todos. Accedí a ello, sabiendo que tal vez Joel quisiera una despedida para mí y no me estaba equivocando; Supe (porque él me lo dijo después de la entrega) que no quería despedirme con una despedida normal, ya que había sido la persona más importante de su vida, y siempre lo sería. No hacía más que repetirme que sin mí no podría vivir.
Llegó el día de la gala. Fuimos con todos los lujos existentes y nos llevaron en la misma limosina a Benji, Duara, sus hijos, Joel, mis hijos y yo. Hacía una tarde estupenda, era todo perfecto y había un ambiente muy animado.
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